Hoy quiero sentir como mi
vieja pluma rasga las hojas con su afilado plumín… compañera en mil batallas,
hermana de sangre en mis sueños… que siempre me tuvo presente y me invitó
a compartir sus historias… y
generosamente me hizo parte de ellas.
Percibir como se funden las palabras en ese papel… que era
virgen hasta conocerla, y que ahora se siente completo, gracias a esa tinta sobre él derramada… a esa tinta que lo abriga.
Después de mucho tiempo
la esgrimo otra vez… como el soldado que esgrime su espada en el frente… como
el viejo amigo con el que te encuentras e intercambias historias, sujetando una
copa. Y
me mira en silencio… sin decir nada me pregunta por nuestros proyectos…
tantas historias que empezamos juntos… demasiadas… que no terminamos nunca… y
que nos gritan… como todo lo inconcluso. Ella me hiere con su silencio… pero
continúa derramando tinta como el primer día… cuando nos conocimos… y nos
prometimos fidelidad. Por ella parecen no haber pasado los años… ni haber
vivido ni un ápice del dolor con que la vida nos azota sin piedad. Mi vieja
pluma no es consciente de cuanto duele el tiempo.
Quisiera ser como tú… amiga… compañera. Y con tu ayuda lo
conseguiré… juntos no tardaremos en volver a escribir… a recuperar el tiempo
perdido… Sólo dame una tregua, fiel pluma… Pronto volveré… Te lo prometo .
Hola, José Luis. Hermosa amistad, la pluma te esperará, seguro. A veces me entran ganas de escribir con el boli en un cuaderno de páginas en blanco pero, finalmente, vuelvo al teclado. Un abrazo.
ResponderEliminarEs verdad amiga Mercedes. A pesar de que hoy se utilizan los ordenadores para casi todo, a veces no puedo evitar escribir en un papel con mi vieja pluma ... Un abrazo.
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