domingo, 31 de marzo de 2019

La Escalera de la Vida


No pude evitarlo… Sólo era una escalera inundada por una luz cenital que la hacía misteriosa. Observando su curso, acudieron a mi mente que siempre corre inquieta y no duerme nunca, las preguntas con respuestas que siempre me ofrece cuando la dejo cabalgar a su antojo, sin tomar las riendas que la condicionen; y a pesar de que son muchas, y las muestra atropelladas y a borbotones, he de reconocer que algunas de esas reflexiones son dignas de tener en cuenta.

No sé por qué… supongo que por otro de esos caprichos de mi imaginación enfebrecida,  noté como mi vida transcurría entre los peldaños de aquella escalera que se mostraba ante mí, y empecé a elucubrar sobre cada una de las cuestiones que ya había vivido y que ahora, como por arte de magia, se me mostraban resueltas de manera cristalina.

Descubrí… que la vanidad es un monstruo que hay que erradicar. Y que los silencios, antes o después, pasan factura… Que tener miedo es morir un poco y que perdonar suma vida.

También aprendí que el amor tiene un precio, pero pagarlo es la inversión más rentable que podemos hacer… y cuando se ama de verdad… es generosidad lo que sobra.

Lástima que no nazcamos con estos pocos conceptos aprendidos… porque el final de la escalera está ahí para todos… y entenderlos es lo que nos hará que la bajemos en paz y felices.