Pensé que ya no existía nada de lo
que conocimos... Que tendríamos que buscar otra vez nuestro lugar en un mundo
extraño... distinto.
La muerte se hacía sitio entre
nosotros, de un modo que nunca supuse que llegaríamos a ver.
No teníamos nada... Todo lo que
tuvimos está flotando a merced del aire ... Lo que hasta hoy eran certezas se
disipan entre las nubes. Eso sí... El aire ahora es puro y limpio. Tan
limpio como nunca lo habíamos conocido... ello lo hace menos nuestro...Tan extraño
como lo son ahora las circunstancias.
Miré la hora. Amanecía. Traté de
abrir los ojos pensando que era una pesadilla lo que acababa de vivir... Pero
no... Era nuestra nueva vida; la que empezaba ahora y tendríamos que vivir. No
sabíamos nada de ella. Pero ahora teníamos que encauzarla con precaución y
coraje.
Miré el televisor... Nuestros
políticos, nerviosos y confusos, abrazando sus banderas, prometían soluciones .
Al principio de la crisis supieron ofrecernos la esperanza que tanto
necesitábamos... Bastó con que aparcaran sus rancios ideales, esos que los
diferenciaban. Pero desgraciadamente no tardaron en vendernos humo... Humo una
vez más. No tardaron en despertar su arrogancia, tratando de sacar partido del
caos... Maldita sea... No es el momento de actuar como alimañas.Tan poco les
duele la muerte y el dolor, que siguen mirando y admirando sus ombligos.
Esto pasará... Tardará más o menos,
pero pasará ... Sin embargo... el dolor tiene más memoria que ninguna otra cosa en el
mundo... Y nosotros sabremos elegir otros representantes ... Mujeres y hombres
que merezcamos... que sean capaces de entregarse a nosotros antes que a sus
intereses.
Ahora miro ese cielo que despierta,
Reflejado en los ojos de esos sanitarios que, con más miedo que esos
impresentables que nos gobiernan, pelean cara a cara, sin amilanarse...
Dejándose la piel... llorando de sincera emoción cuando escuchan nuestros
aplausos. En los rostros cansados de esos bomberos que entran por una ventana
para rescatar a un anciano contagiado. O en las distintas policías y ejércitos.
Que los hacen bailar distintos bailes... movidos desde un despacho. Pero que al
final les queda un rato para encender los rotativos y hacer sonar las sirenas
para arrancar una sonrisa a un pequeño que cumple años y está asustado. Al
final, serán ellos los que nos salvarán.
Ese cielo derrama sobre nosotros
toda la esperanza que necesitamos. Viéndolo esta mañana respiro hondo...
Aprenderemos a vivir de otra manera... Todo irá bien mientras nos amparen ese
cielo y mujeres y hombres solidarios, que no entiendan de banderas ni
autonomías, cuando hay tantas vidas en juego; y que son capaces de emocionarse con nuestros aplausos.