sábado, 9 de mayo de 2020

Todos compartimos un nuevo amanecer... Lo demás no importa.

Pensé que ya no existía nada de lo que conocimos... Que tendríamos que buscar otra vez nuestro lugar en un mundo extraño... distinto.

La muerte se hacía sitio entre nosotros, de un modo que nunca supuse que llegaríamos a ver.

No teníamos nada... Todo lo que tuvimos está flotando a merced del aire ... Lo que hasta hoy eran certezas se disipan entre las nubes. Eso sí... El aire ahora es puro y limpio. Tan limpio como nunca lo habíamos conocido... ello lo hace menos nuestro...Tan extraño como lo son ahora las circunstancias.

Miré la hora. Amanecía. Traté de abrir los ojos pensando que era una pesadilla lo que acababa de vivir... Pero no... Era nuestra nueva vida; la que empezaba ahora y tendríamos que vivir. No sabíamos nada de ella. Pero ahora teníamos que encauzarla con precaución y coraje.

Miré el televisor... Nuestros políticos, nerviosos y confusos, abrazando sus banderas, prometían soluciones . Al principio de la crisis supieron ofrecernos la esperanza que tanto necesitábamos... Bastó con que aparcaran sus rancios ideales, esos que los diferenciaban. Pero desgraciadamente no tardaron en vendernos humo... Humo una vez más. No tardaron en despertar su arrogancia, tratando de sacar partido del caos... Maldita sea... No es el momento de actuar como alimañas.Tan poco les duele la muerte y el dolor, que siguen mirando y admirando sus ombligos.

Esto pasará... Tardará más o menos, pero pasará ... Sin embargo... el dolor tiene más memoria que ninguna otra cosa en el mundo... Y nosotros sabremos elegir otros representantes ... Mujeres y hombres que merezcamos... que sean capaces de entregarse a nosotros antes que a sus intereses.

Ahora miro ese cielo que despierta, Reflejado en los ojos de esos sanitarios que, con más miedo que esos impresentables que nos gobiernan, pelean cara a cara, sin amilanarse... Dejándose la piel... llorando de sincera emoción cuando escuchan nuestros aplausos. En los rostros cansados de esos bomberos que entran por una ventana para rescatar a un anciano contagiado. O en las distintas policías y ejércitos. Que los hacen bailar distintos bailes... movidos desde un despacho. Pero que al final les queda un rato para encender los rotativos y hacer sonar las sirenas para arrancar una sonrisa a un pequeño que cumple años y está asustado. Al final, serán ellos los que nos salvarán. 

Ese cielo derrama sobre nosotros toda la esperanza que necesitamos. Viéndolo esta mañana respiro hondo... Aprenderemos a vivir de otra manera... Todo irá bien mientras nos amparen ese cielo y mujeres y hombres solidarios, que no entiendan de banderas ni autonomías, cuando hay tantas vidas en juego; y que son capaces de emocionarse con nuestros aplausos.