viernes, 27 de diciembre de 2019

Por encima de las nubes


  De sobra sabes que los buenos momentos expiran... Que la vida se rige por normas propias... y que acaba cuando se lo propone. Demasiado bien lo sabes ahora... Pero no siempre lo supiste... no lo supimos... Ni tú, ni nosotros tus amigos... Aquellos que te quisimos como a un hermano y que hoy lloramos tu perdida. 

No éramos conscientes de que la vida es un capricho de un Dios que no acierta a mostrarnos el sentido de sus actos.

Puede que sí... Que hoy el secreto de la muerte ya no lo sea para ti; y hayas encontrado ese paraíso.... Que exista y ahora lo habites. Sólo espero que valga tanto o más de lo que esperabas, porque es mucho el dolor que nos causa a todos nosotros tu partida... El ver a tu mujer llorando... rota y desarmada, cuando hasta ahora la habíamos conocido henchida de felicidad a tu lado.

Todos te lloramos en realidad. Porque sin quererlo tú, nos dejaste el alma abierta en canal y una cicatriz de por vida, que lleva tu nombre en nuestros corazones.

Estas frases están confeccionadas a retazos. Derramo alguna, cada vez que, como a todos tus amigos que eran muchos, tu recuerdo me aborda sin saber la causa.

Yo no entendí por qué, un cielo egoísta te reclamó, pero supongo que fue porque eras grande. Porque no te conocimos enemigos y si infinidad de buenas palabras y generosas sonrisas que compartiste con nosotros. 

Al principio... Al recibir la triste noticia de que nos habías abandonado, la ira se apoderó de mí. Creía que había llegado a un punto en que podía con cualquier cosa... en que lo sabía todo, y me di de bruces con mi ignorancia. Ahora ya no era un hombre... no era más que un niño asustado, mendigando respuestas a ese Dios injusto que te arrancó de nuestro lado y que nos ahogó en llantos y desesperanza.

Nuestras preguntas no obtendrán respuestas... al menos por ahora. Tenemos que asumir tu pérdida... Por mucho que nos duela. Y ahora llega el momento de preguntarse si desde ese cielo, en el que sin ninguna duda obtuviste un lugar privilegiado, también conoces de nuestro dolor. Esa respuesta sí la conozco... No... No sabes de nuestro sufrimiento. De ser así... de ver nuestro llanto, no gozarías de la felicidad que mereces. Ahora nada debe importunarte... Descansa En Paz, en ese cielo celeste y limpio.

Los que te conocimos nunca te olvidaremos. Y en esta navidad, tan amarga y sin sentido, ya sólo nos reconforta pensar que estarás ahí… Por encima del dolor…  Lejos de nosotros, por desgracia, pero en la inmensidad del cielo, cerca de las nubes…  siempre por encima de ellas.

Orgulloso de tu legado D.E.P. ANTONIO.



martes, 15 de octubre de 2019

Soñar...



Necesitaba soñar para huir...Para quemar las palabras que tanto daño le hicieron... Que casi le arrancaron el alma.

Tenía miedo... a qué tras el sueño sólo hubiese silencio... Como mucho... efímeros recuerdos del pasado, cuando éramos el uno lo mejor de la vida del otro.

Recordar hoy... consciente de que mañana volvería a ser otro día igual... Tan gris como el de ayer... tan vacío como todos los venideros.

Sin ella ya no había nada... sólo frío... Un mundo inhóspito y desapacible.

Lo único que me mantenía vivo era la tenue esperanza, casi extinta, de volver a compartir algún día aquella luna entre palmeras… reflejada en sus ojos exultantes.

domingo, 31 de marzo de 2019

La Escalera de la Vida


No pude evitarlo… Sólo era una escalera inundada por una luz cenital que la hacía misteriosa. Observando su curso, acudieron a mi mente que siempre corre inquieta y no duerme nunca, las preguntas con respuestas que siempre me ofrece cuando la dejo cabalgar a su antojo, sin tomar las riendas que la condicionen; y a pesar de que son muchas, y las muestra atropelladas y a borbotones, he de reconocer que algunas de esas reflexiones son dignas de tener en cuenta.

No sé por qué… supongo que por otro de esos caprichos de mi imaginación enfebrecida,  noté como mi vida transcurría entre los peldaños de aquella escalera que se mostraba ante mí, y empecé a elucubrar sobre cada una de las cuestiones que ya había vivido y que ahora, como por arte de magia, se me mostraban resueltas de manera cristalina.

Descubrí… que la vanidad es un monstruo que hay que erradicar. Y que los silencios, antes o después, pasan factura… Que tener miedo es morir un poco y que perdonar suma vida.

También aprendí que el amor tiene un precio, pero pagarlo es la inversión más rentable que podemos hacer… y cuando se ama de verdad… es generosidad lo que sobra.

Lástima que no nazcamos con estos pocos conceptos aprendidos… porque el final de la escalera está ahí para todos… y entenderlos es lo que nos hará que la bajemos en paz y felices.