Como la mayoría de ustedes
saben, en mis ratos libres soy muy de escribir. Además de las letras que a
veces derramo en este blog, he escrito un par de libros, y estoy inmerso en un
tercero.
Realmente, escribir una
novela, no es otra cosa que compartir otras vidas… huir despavorido por un rato
de la tuya, que a veces te estresa hasta un punto que llega a dolerte… que se
te hace insoportable.
Cuando escribo una novela,
me meto a ratos en cada uno de mis personajes y vivo por ellos… Sólo eso… por
un rato. Cada uno de ellos ha existido en mi vida real… son personas con
cuerpos y rostros concretos, que tomé prestados de entre mis conocidos.
Cualquiera de ellos puede encarnarlos. Quizá duran un tiempo, siendo el
personaje que elijo que sean, hasta que aparece otra persona con la que me
cruzo, y se adapta mejor a éste, por lo que asume su identidad.
Cuando ocurre esto… que
cambio la cara de mi personaje, me siento un poco autor de una infidelidad… Es
entonces cuando me obligo a despertarme del sueño de mi novela, para
tranquilizar mi conciencia. También me tranquiliza el saber, que si alguna vez
te cruzaste conmigo... me dirigiste la palabra o formaste parte de mi vida, en
modo alguno; es muy probable, que aunque únicamente fuese por un rato… hayas
formado parte de mis novelas.
Gracias por todo lo que me
aportaste.